jueves, 4 de febrero de 2010

Crítica de Javier F. Granda. “Evocaciones de paisajes asturianos”

Javier F. Granda. www.ajimez.com

“Evocaciones de paisajes asturianos”

Galería Dasto, Oviedo. c/ San Bernabé 15
Hasta el 13 de enero de 2010.


Con el título “Evocaciones de paisajes asturianos” se ha presentado al público en la Galería Dasto de Oviedo la carpeta de grabados que por iniciativa de Fermín Santos (Editorial Pata Negra) reúne a los artistas José Carlos Alvarez Cabrero, Breza Cecchini, Mario Cervero, Beatriz Corredoira, Marian Fernández Seiz, José Paredes, Josán López de Pariza, César Ripoll, Estrella Sánchez y al propio Santos.


Los diez grabados calcográficos que conforman la carpeta se muestran en Dasto al lado de otros tantos originales realizados por los autores para la exposición.

Esta carpeta ve la luz en un momento delicado en Asturias respecto a la diversidad de asuntos que atañen a nuestro paisaje. En nuestra introducción a la obra esbozamos qué se puede entender por paisaje y sobre la complejidad de las posibles observaciones citando a Denis Cosgrove[1], que nos indica que “el estudio geográfico hoy en día abarca variadas expresiones de espacio relativo definidas por coordenadas de experiencia e intención humanas culturalmente diversas”, destacando que “la vista humana es individualmente deliberada y está culturalmente condicionada”. Debe tenerse presente que la idea de paisaje se debe en buena medida al filtro cultural de cada observador. También tomamos la definición de Federico López Silvestre respecto al paisaje como “cierta extensión de terreno que adquiere unidad e independencia gracias a la mirada de alguien capaz de valorarlo en sí mismo”[2].

Confiábamos en el momento de emitir nuestras afirmaciones en el texto introductorio de la carpeta, en que la sociedad había ido tomando conciencia de la importancia del paisaje, lo cuál habría provocado la gestación de nuevas sensibilidades en el ámbito de las instituciones que defienden las relaciones entre el paisaje y la formación de la cultura y la consolidación de la identidad. Citábamos esto a propósito del Convenio Europeo del Paisaje (Florencia, 2000) ratificado por España en 2007 y advertimos que no debía perderse de vista lo apuntado por el artista Perejaume cuando hablaba de que el termino paisaje está manipulado e intervenido semánticamente del mismo modo que se ha manipulado el territorio urbanísticamente[3].

A tenor del panorama que campea por doquier, deberíamos quitarnos el velo de los ojos. Constantemente trascienden noticias sobre importantes atentados contra el paisaje, a cambio de lo que muchos pueden empeñarse en defender como “desarrollo”, “sostenibilidad” y otras variantes, véase por ejemplo el caso Carondio en Allande, donde elementos de la importancia de un camino prehistórico, 34 túmulos funerarios, un campamento romano, asentamientos humanos y un espacio natural e histórico de una importancia incontestable corren el peligro de la más absurda destrucción a consecuencia de una fiebre eólica (parques eólicos) que nos invade sin más argumento que el puro y duro capital.

El papel de celulosa que empleamos habitualmente lo soporta todo. Soporta leyes de patrimonio histórico, convenios internacionales sobre paisaje, decretos que regulan la protección de espacios de interés paisajístico, pero todos estos papeles tienen la particularidad de no servir para nada.

Algo muy distinto ocurre en la carpeta “Evocaciones de Paisajes Asturianos” que pretende mostrarnos un apunte del paisaje a través de diez artistas contemporáneos, empleando un formato único que se ciñe a la estampa calcográfica “sobre papel”. Con ese punto de origen se emprende un recorrido que reclama del artista un ejercicio intuitivo pero también consciente para concretar su propia experiencia sensible del espacio.

Creemos que los participantes, reunidos por el editor Fermín Santos, se han prestado a un esfuerzo de análisis y de síntesis que se traduce en estampas de notable belleza. Los ejemplos sugieren múltiples perspectivas de observación, desde aquellas que rastrean el horizonte de los elementos inanimados, a las que aluden a los componentes más dinámicos y mudables que podemos observar en nuestro entorno como consecuencia de la actividad ejercida por el hombre, o bien aquellos que subrayan la intencionalidad que configura la mirada. Todo ello da lugar a una propuesta diversa donde apreciamos que el artista implementa sus relaciones en un medio vivo, dinámico y susceptible de transformación.

José Carlos Alvarez Cabrero nos acerca a la experiencia del viaje y a la inmersión del viajero en el paisaje. Su acostumbrada ironía nos sitúa en las coordenadas de la crítica hacia los efectos de un desarrollo imparable, destacando la proliferación de obra pública y las ciclópeas infraestructuras modernas que transforman el entorno natural a cambio de una irreversible propagación del modelo económico. El observador del paisaje lo hace bajo el efecto de la velocidad, que se configura como motor de las transformaciones que provienen de los pulsos de la economía.

Breza Cecchini nos muestra el refugio del hombre y la nostalgia del entorno natural como referente de la escala humana en busca de una sintonía plena con la Naturaleza.

Mario Cervero encuadra su panorámica entre el mar y la montaña, apoyado en plegamientos caprichosos y vibrantes accidentes topográficos bajo una sugestiva atmósfera, lo que da lugar a una obra en la que se citan los elementos y su equilibrio con destacada lucidez.

El ejercicio de abstracción de Beatriz Corredoira nos remite a la Naturaleza por medio del color, empleando un marco difuso y de contenidas interferencias que nos coartan de emprender una lectura a la luz de las claves visuales cotidianas para proponernos una geografía personal, mostrando el sedimento de una Naturaleza que experimenta su metamorfosis en lo profundo del artista.

Con “Asturias… salvaje, misteriosa, sencilla, acogedora, bella... y nostálgica” Marian Fernández Seiz nos transporta a un idílico horizonte naif de tiernas reminiscencias, donde el árbol ocupa los vacíos de una suave orografía, para hablarnos de un paisaje sereno y construido en base a un orden sensorial meditado.

Presente y pasado”, de José Paredes, se construye con una inconfundible figuración filiforme, dando lugar a un escenario electrizante y saturado donde las figuras estilizadas se entremezclan en un espacio que encierra las claves del tiempo. La mutación de la línea nos refiere un poderoso componente sensorial en constante transformación.

Josán López de Pariza nos sitúa ante una formación vegetal, que podemos intuir como la percepción fugaz del observador. Se detiene el artista en el tratamiento de la masa vegetal, del árbol como elemento del paisaje, pero destacando la celeridad, la prisa de la mirada y también la fugacidad del medio, del breve instante de las cosas.

César Ripoll se recrea en la silueta de la Sierra de Santianes, en las cercanías de la Sierra del Sueve, destacando la singularidad y majestuosidad de un enclave montañoso a escasos metros del mar.

Estrella Sánchez destaca la desmedida capacidad técnica de nuestra sociedad y su poder para modificar los entornos naturales desde una visión crítica de enorme expresividad y de gran belleza. La capacidad destructiva del hombre como productor de enormes cantidades de residuos y sustancias químicas, a la vez que demanda mayor cantidad de materias primas para el desarrollo de la economía, provoca que nuestro hábitat se convierta en un medio de constates desajustes, donde notamos la presencia de espacios alterados y degradados que conviven con entornos naturales de extraordinaria fuerza.

Finalmente, Fermín Santos se detiene en el misterio del nocturno en la Montaña Central, con la representación de un asentamiento humano bajo la luz artificial que para siempre ha transformado la percepción de la noche.

Los diez artistas citados nos entregan una carpeta que, sin duda, invita a la reflexión sobre la identidad y la diversidad, así como a la observación participativa y al reconocimiento del paisaje como elemento fundamental del entorno humano. Nuestra relación con el paisaje transmite nuestra dimensión humana. Sólo cabe esperar que el paisaje de Asturias no se reduzca a un horizonte de aerogeneradores.

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